Al este de la ciudad, casi en la confluencia del río Ubierna con el Arlanzón, en terreno llano, está localizado VILLALONQUÉJAR, barrio de Burgos, a cuatro kilómetros de la ciudad, cuyas tierras se han convertido en el segundo polígono industrial, y al que se llega por una carretera que parte desde la barriada “Juan Yagüe” o desde la antigua carretera de Aguilar de Campó, atravesando todo el polígono., Además de Burgos lo rodean Villagonzalo Arenas, Quintanadueñas, Páramo de Arroyo, Villarmentero, Tardajos y Villalbilla de Burgos.
El día 1 de marzo de 1080 se escribió su nombre en el cartulario del monasterio de San Pedro de Cardeña por primera vez, como “Villa de Nuño César” y se repite el 22 de junio del mismo año. Y gozaba de la protección del rey, es decir, era lugar de realengo, como atestiguaron sus moradores en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752.
Su población ascendía a 79 personas en el año 1848, según dato que consta en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz. En sintonía con la inmensa mayoría de los pueblos la provincia, creció a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, llegando a contar con 137 habitantes en el año 1900. Siguió creciendo en la dura primera mitad del siglo XX, presentando en 1950 un censo de 175 personas. Y la cercanía de la ciudad ha hecho que no sufra fuertemente los movimientos migratorios y termina el siglo con 120 personas en el año 2000.
Tiene su iglesia dedicada Santa María Magdalena, y es renacentista, de una nave de 220 metros cuadrados y siete de altura, con cabecera gótica con bóveda de crucería y el resto de cielo raso. Su ábside es rectangular con contrafuertes en esquinas. La portada tiene arco de medio punto con impostas y grandes dovelas molduradas en borde, bajo pórtico cerrado con puerta adintelada y reja de hierro decorada, con remaches. Y la torre es una espadaña en el centro de la iglesia con tres huecos y dos campanas. La pila es de copa, rústica; y retablo mayor es barroco, en torno a 1750, con santa María Magdalena y una Inmaculada del siglo XVI. En otro, barroco, hay un San Benito del siglo XVI. Y en una caja-marco un Crucificado, también del siglo XVI. Sus libros parroquiales comienzan en 1655, y faltan algunos tras el paso de los franceses el 12 de junio de 1813. Y en sus tierras están catalogados cuatro yacimientos arqueológicos del Paleolítico y otro de época sin determinar.