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En Castilla, una iglesia es un pueblo.

En Castilla una iglesia es un pueblo, es decir, la torre de una iglesia es el signo de identidad, de belleza y de poderío de un pueblo en un momento histórico particular.

La torre de campanas o “campanario” es una construcción que pretende ensalzar el sonido de las campanas.  Estas, en su inicio, eran de carácter doméstico.  Se utilizaban para identificar a las reses mediante “cencerros” o para convocar o reclamar la atención de la gente por medio de “esquilas”.  También como adorno o en contexto de fiesta, como es el caso del teatro griego.  Se utilizaban en conventos, en casas o en comunidades.  Es muy probable que en estos instrumentos de hierro o barro cocido, cuyo tintineo es conocido por todos, tengamos el antecedente de las grandes campanas..

Las primeras campanas “modernas” que se conservan son del s. XI-XII.  Es a partir del s XIII cuando las campanas adoptan la forma actual del dedal o de colmena, sin apenas variaciones posteriores tanto en espadañas de ermitas, conventos, iglesias como en relojes de ayuntamientos.  Para su fundición, predomina siempre el bronce, pero también pueden llevar oro, plata, hierro o cobre.

El desarrollo del volumen de las campanas, parejo al lugar donde se ubican, nos hace pensar en un uso nuevo y en una relevancia social inusitada.  En oriente ya aparecen torres de iglesia en el s. V, pero no estaban orientada a alojar campanas.  Terminada la época de persecución (s.IV) el cristianismo se convierte en religión oficial y las grandes basílicas llevan adosada una torre (Roma
(1), Milán…).  Su expansión por toda Europa Occidental hace que las campanas convivan con otras culturas convirtiéndose en un vehículo de comunicación  hacia adentro y hacia afuera.  Ya han dejado de ser, exclusivamente, un elemento doméstico o vinculado al ganado.

Al mayor volumen de las campanas, crece también el habitáculo donde se alojan. Normalmente son dos estructuras: la espadaña, consistente en la prolongación vertical de uno de los muros orientados norte-sur (p. ej. en la ermita de la Virgen de la Peña o en la iglesia de Cilleruelo) o la torre-campanario, que desarrolla un cubo vertical anejo a uno de los muros de la iglesia y permite un espacio singular para potenciar y prolongar la mezcla de sonidos en el tiempo.  La generalización de estos dos elementos constructivos en la Europa occidental durante el Medievo indica que su significado sobrepasó el carácter religioso-cristiano
(2): con ellas también se notificaban acontecimientos extraordinarios de carácter militar o se anunciaban situaciones de peligro.  Las campanas del reloj marcaban las horas de las labores del campo o de la ciudad o de momentos tan importantes como el cierre de la muralla de la ciudad.  Había campanas móviles que se llevaban a las batallas y delante de ellas, se pronunciaba solemne juramento.

A medida que se elevan campanarios (s. XI y XII, Monasterio de las Huelgas –Burgos- en el s. XIII) se funden las campanas para obtener otras de mayor volumen, generalizándose el uso del bronce.  En el s. XV-XVI nos encontramos con campanas de grandes dimensiones como la de la catedral de Toledo
(3).  La mayor parte de las campanas que hoy se conservan en los campanarios no van más allá del s. XVII.  Los campanarios pueden ser de base circular, rectangular, hexagonal… e incluso, la planta puede cambiar a medida que se va desarrollando.  Algunos son exentos (ej. Miguelete, Valencia), torre de Pisa, torre de Florencia y tienen acceso por un husillo exterior.  Sin embargo, la mayor parte están integrados en el edificio y se accede por el interior de la torre por medio de un husillo (Pineda Trasmonte) o por medio de una disposición de escaleras adosadas al muro.

El nombre “campana”.
Como elemento sonoro o de “llamada-señal”
(4), las campanas han recibido varios nombres a lo largo de la historia.  Mientras los romanos las llamaban tintinnabulum, en la Edad Media serán conocidas como signum, clocca, nola o campana.  Signum ya aparece en el s. VI, en la regla de S. Benito.  Se trata de la campana-señal del campanario, que recuerda las horas a los monjes.  Clocca(5) procede del sonido onomatopéyico “cloc”, utilizado para nombrar campana en inglés (clok), francés (cloche) o alemán (glucke).  Por último, nola viene de S. Paulino de Nola (s. V), a quien se le atribuye el haber colocado por primera vez campanas en la torre de una iglesia.  También cabe la posibilidad de que venga de la voz celta “noll”, que significa “sonar”.  Sea como fuere en el s. VI-VII se generalizó el uso del término “campana”, probablemente porque era en la campania donde se realizaba la fundición de campanas: signa in campo fusa (señal fundida en el campo) o aes campanun (campana de bronce). Normalmente “campana” era el adjetivo:; signum campanun (singular), signa campana (plural)(6).

Al principio las campanas no tenían inscripciones.  Es a finales del s. XIV cuando esta práctica se generaliza.  En ellas es frecuente la dedicación a la Virgen María, al Señor, al santo titular, el año de fundición y en no pocas ocasiones, oraciones o invocaciones.  Dicha fundición se realizaba en un principio, in situ, siendo, posteriormente los monasterios los lugares encargados de la fundición.  La fabricación in situ era todo un acontecimiento social donde participaba el pueblo entero con sus autoridades civiles y eclesiásticas.  Con la generalización de su uso apareció el gremio de los campaneros, dedicados a la fundición y conservación de campanas.  Se ubican en las ciudades, disponen de un horno propio y estable y satisfacen los encargos que les vienen de fuera.  En muchos casos son ellos mismos los que buscan y reciben los materiales, piezas de artillería incautadas al enemigo, sobre todo.  En la fundición era muy importante el momento de la aleación, pues de ellas depende la sonoridad y resistencia de la campana.  La aleación deberá contener un 78% de cobre y un 22% de estaño.  En los inicios se creía que la presencia de metales preciosos daba mejor sonoridad.  Demostrada su falsedad, tal vez era una estrategia de los campaneros para hacerse con el preciado metal.  Tras la fundición viene la limpieza y el cincelado de la epigrafía.  A continuación ser hará lo propio con el badajo, que será de bronce o de hierro.

Transportada con sumo cuidado, será bendecida por el sacerdote como si se tratara de un bautismo.  En la actualidad tan sólo se utiliza el incienso, pero en Medioevo se utilizaba el óleo de los enfermos, se lavaba con agua y sal y se imponía un nombre a la campana.

Toques de campanas.
Hay varias formas de hacer sonar una campana: desde el interior o desde el exterior, repicándola o volteándola.  Desde el interior se produce por medio de un badajo, que cuelga del interior de la campana desde un agujero superior.  El choque contra la cara interior de la campana produce el sonido, bien por movimiento de la campana o si esta es muy pesada, por golpeo directo del badajo.  Dependiendo el lugar del golpeo y de las irregularidades de la campana, el sonido será diferente.  Un uso continuado de la campana con el mismo golpeo en el mismo lugar y con el mismo tono puede provocar su ruptura.

Las diferentes partes de la campana proporcionan diferentes notas.  Normalmente los sonidos de la parte superior suelen ser inarmónicos.  El sonido final, el logrado por el campanero y que permite que se escuche a distancia, suele estar tres octavas por el encima del sonido original de la campana tras su fundido.  Es el campanero el que logra dar a la campana su tonalidad musical que permite actualmente reproducir cualquier tipo de melodía, especialmente con el uso del acero.

La tonalidad musical nos lleva a la funcionalidad de las campanas.  La campana es una “señal” en el aire que anuncia a la población un mensaje concreto, inducido por un emisor.  Los famosos “toques de campanas” del campanero son mensajes cifrados bien conocidos por la gente y a veces recogidos en las mismas epigrafías de las campanas.  Veamos algunos de ellos, expresados por la campana en primera persona:    
Laudo Deum verum: Alabo al Dios verdadero.  El sonido de la campana “llega al cielo” y se convierte en medio para “alabar a Dios”.  Esto se realiza mediante el volteo, los repiques y los toques artísticos de muchas campanas a la vez.  Es el toque típico en las procesiones, en los Te Deum, en la consagración de la misa (de ahí la campanilla, aún hoy) al comenzar la misa cantada o cuando se lleva la comunión a los enfermos.
Populum voco: Llamo al pueblo.  Por medio de este toque sobrio y ágil se llamaba al pueblo a participar en actos religiosos o civiles.  Es la llamada a Maitines, a Vísperas (oración de la tarde) o Completas (última oración del día), que sigue existiendo en los conventos.  También se llama a recordar la oración de la Virgen en tres momentos del día: aurora, Ángelus y media hora después de la puesta del sol.  De todos ellos, en muchas iglesias tan solo ha quedado la oración del Ángelus al mediodía.
Congrego clerum: Congrego al clero.  Corresponde a las catedrales o colegiatas.  Por medio de este toque se llamaba a los sacerdotes al rezo de la liturgia de las horas.  Estos toques se reducían desde el de la noche del Jueves Santo al de la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
Defunctos ploro: lloro a los difuntos.  En la mayor parte de los campanarios existe la llamada “campana de ánimas o de difuntos”.  El origen de este toque viene de los monasterios, donde se anunciaba el estado agónico de un monje.  Después paso a las parroquias para anunciar el de un feligrés.  El desarrollo del “toque de duelo” fue riquísimo, indicando todo tipo de información sobre el enfermo y difunto desde el momento de su agonía hasta después de su entierro.  Estos son los principales toques de duelo:
El Viático: Indica la administración de la Comunión a los moribundos.  Se anunciaba con un toque de dos campanas graves, una pausa, una grave y una pausa, repitiendo el ciclo unos minutos antes de salir el sacerdote de la parroquia acompañado del monaguillo tocando la campanilla.
Tránsitos: Se tocaban en el momento de fallecer una persona.  Se hacía normalmente con una campana de tono agudo empezando por cinco golpes agudos al inicio de la señal, que faltaban en caso de que el finado no hubiese recibido la extremaunción, seguidos de una pausa y dos campanas durante unos minutos, terminando con tres clamores, dados normalmente por más de una campana, si era varón, dos si era hembra y varios si era clérigo y en mayor número cuanto mayor era su jerarquía.
Tránsitos de gloria: Estaban reservados a la defunción de un menor de siete años. Se alternaban las campanas en tañidos seguidos, sin pausa, terminando por los clamores, tres si era niño, dos si era niña.
Señal de entierro: Se iniciaba media hora antes del sepelio y significaba que la comitiva fúnebre se había puesto en marcha desde la casa del fallecido hasta la parroquia, finalizando al llegar a esta.  Solía hacerse percutiendo alternativamente dos campanas, con una pausa entre golpe y golpe, finalizando con los clamores, tras para el varón, dos para la mujer.
Dobles o funerales: En ellos tocan dos campanas alternativamente, percutiendo el badajo tres veces de sonido grave, seguido de uno agudo y uno grave, con una pausa seguida de tres golpes graves, uno agudo y otro grave con pausa para terminar con tres sonidos graves y dos clamores y así durante unos minutos, cerrando el último ciclo tres clamores en caso de varón y dos en caso de mujer.
Toque de ánimas: Se realiza por las noches, para invitar a rezar por las ánimas del purgatorio.  Consisten en cinco campanas graves, una pausa y tres clamores, repitiendo el ciclo ruante unos minutos.  Si al día siguiente se preveía un funeral se tocaba después de un doble para anunciarlo.   Solía hacerse a las ocho de la noche en verano y una hora antes en invierno.
Toque de Todos los Santos: El día de todos los Santos, va seguido del día de difuntos y en él y su noche las campanas no paraban de tocar.  Se comenzaban los toques a las tres de la tarde con dobles hasta el toque de ánimas a las nueve de la noche.  Después del toque de ánimas comenzaban a tocar clamores toda la noche, hasta el Ángelus del alba.
Satan fugo: Hago huir a Satán.  Se trata de un toque en el que la campana se une a un exorcismo que pretende hacer huir o amedrentar a Satanás.  Un recuerdo de este toque resta en la bendición de las campanas que hemos descrito antes, en el que se ensalza la calidad del metal frente a los elementos adversos o diabólicos.
Festa decoro: Engrandezco la fiesta. El combinado de muchas campanas expresa la alegría de todos los fieles.  Este toque de campanas se realizaba en la víspera o antevíspera de las fiestas patronales.  Según sea el grado de la fiesta el volteo o repique es mayor o menor.  Dos momentos significativos era el toque nocturno de Pascua de Resurrección y la fiesta del Corpus Christi.  Este toque se utilizaba también para anunciar la visita de un personaje ilustre (obispo, rey) o para recordar una efemérides (inicio del año jubilar, inicio del año civil).
Fugo nimbum: Hago huir la nube.  El toque es conocido con el popular “tentenubo” o “tentenublao”
(7).  Con este mismo significado encontramos el dissipo ventos (disipo los vientos) o el fulmina fango (quebranto los rayos).  Gracias a este sonido la población se ponía alerta ante una catástrofe natural (tormenta, incendio, inundación…)(8) o ante un ataque exterior.  Según el toque con la “campana de rebato o de somatén”(9) se interpretaba la naturaleza del peligro.  En esta misma línea, pero menos conocidos, está el toque “excito lentos”, con el ánimo de excitar a los lentos o de apaciguar las disputas sangrientas (“Paco cruentos·).
Muchos de estos toques se han suprimido en la actualidad y muchos otros se han sustituido por sencillo toque de reloj, silenciado en las horas nocturnas.  La mayor parte se han escuchado en Pineda hasta la década de los ochenta del s. XX.
(C)ISMAEL DE LA IGLESIA (ASOC. CAMPANEROS DE BURGOS)
 
Ancla 1
1. Hay un mosaico en la iglesia de Santa María la Mayor de Roma que representa una iglesia con dos torres.
2. Aunque se han encontrado campanarios en el s. VII, sin embargo, la campana como signo de la iglesia occidental, es decir, para advertir a los fieles, no se ha encontrado más allá del s. VIII.
 
3. La catedral de Toledo aloja la campana más grande de España contando una de 3m de diámetro y 18 toneladas de peso.  La más grande del mundo se encuentra en el Kremlin de Moscú.  Alberga una campana de 18m de circunferencia y 5 m de altura con 220 toneladas de peso.  La más grande de Europa pesa 28 toneladas y se encuentra en la catedral de Colonia (Alemania). 
4. De ahí la expresión, también utilizada en Pineda, “dar señas” o ¿han tocado “señas”?. 
5. Cloquear es hacer “cloc”, “cloc”.  De ahí viene que una gallina sea “clueca”. 
6. Sobre las diferentes clases de campanas, Jerónimo Magias, en su obra De Tintinnabulis (1689) distinguía las siguientes: tintinnabulum: campana para el dormitorio o refectorio; petasius: campana en forma de sombreo o con alas grandes; codón: con boca de trompeta griega; nola: campana con boca pequeña usada en el coro; campana: campana de torre de iglesia; squila: campanilla de sonido agudo; noluta o dupla: campana para los relojes. 
7. Se inicia con tres golpes de campana de sonido grave y un golpe en la de sonido agudo, con apenas pausa, seguido de cuatro golpes graves y uno agudo, ligera pausa, cinco graves y uno agudo, iniciándose de nuevo el ciclo de 3/1, 4/1, 5/1, durante unos minutos. 
8. En él se dan cinco campanadas seguidas con dos campanadas casi simultáneas, rozando los clamores, repitiéndose en intervalos cortos, según se avivaba o se extinguía el incendio o en general el peligro y hasta que este desaparecía. 
9. Esta expresión proviene del catalán “som atents” (estamos atentos).  Se utilizaba como voz de alarma para alertar al pueblo presente o a los pueblos vecinos.


 
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